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viernes, 6 de febrero de 2009

Y para fortuna de todos, tenemos una nueva colaboracion por parte del buen chava quien si alguien sabe de cine, pues es el quien en otros tiempos era el oragnizador de ciclos de cine en el centro cultural llamado "Ex teresa" situado en Lic. Verdad 8 a un costado de palacio nacional aqui en la cd. de Mexico y hasta en el Instituto Mexicano de la Juventud para que se den una idea de lo cabron que anda este maestro y sin mas ni mas ahi les va esto titulado:
Ni las pastas ni el alcohol.
Por Salvador Cañas
Los humanos desde épocas remotas han investigado y encontrado, tal vez accidentalmente, la “magia”; las reacciones de la conciencia ante ciertos consumos de hierbas y artífices naturales, así como en la modernidad y actualidad con sustancias prefabricadas, incluso ya a un nivel industrial.
Las drogas para muchas personas en el planeta son de uso cotidiano, este modus vivendi ha sido retratado por el séptimo arte en diversas ocasiones, visto a través de distintos planteamientos y en la mayoría de las ocasiones de forma muy acertada. En este sentido nos acercaremos a comentar el trabajo del cine a este interesante género conocido como Drug Cinema, por su puesto de forma muy general, ya que son muchísimas las cintas realizadas a partir de este referente.
Podemos comenzar por mencionar a uno de los trabajos pioneros, Reefer Madness de 1936 de Louis Gasnier, la historia toma la vida de adolecentes experimentando con cannabis y las consecuencias a este uso, la cinta en su momento fue cortada para su distribución como film de explotación, sin duda este trabajo plantea de una manera muy sutil lo que en el futuro será realizado como género cinematográfico. En los años sesenta tenemos dos ejemplos interesantes, por un lado The Trip de Roger Corman de 1967 y la emblemática Easy Rider de Dennis Hopper de 1969. Esta última retrata verazmente la ideología y forma de vida de una generación hippie, su conexión con el uso de drogas y la vida en comuna, sin duda una obra brillante, que rompió con los parámetros del cine hollywoodense de su tiempo.
Tenemos que mencionar que en muchos casos, la juventud en su contexto ideológico, su carácter antagonista y su disponibilidad por la experimentación, ha sido quien ha provocado una cierta complicidad entre las adicciones y los géneros artísticos, desde la generación beat, el hipismo, el punk, el rave, entre otros.
En los años setenta tenemos dos muestras importantes Up In Smoke de Lou Adler de 1978 y Hair de Milos Forman de 1979, esta última basada en un exitoso musical de Broadway, al que Forman modifica desde los caracteres hasta el orden y omisión de algunos temas musicales, sin embargo, este trabajo le valió varias nominaciones y por supuesto creo un viaje psicodélico que mostró un estilo de vida y generacional.
En las siguientes tres décadas tendremos interesantes e importantes encuentros fílmicos, por su puesto, ya en una categoría mucho más explicita de lo que conocemos como Drug Cinema.
En 1981 encontramos una cinta predecesora de Requiem por un sueño de Aronofsky, me refiero a Christiane F de Uli Edel, que muestra la vida de la protagonista inmersa en una adicción a la heroína, que la hace recurrir a la prostitución y otras vejaciones, con tal de obtener la sustancia para sobrevivir otro día, una obra maestra, realizada con rigor de argumento, forma y como regalo especial música de David Bowie.

A mediados de los ochenta Lech Kowalski, realiza una cinta con forma documental sobre la vida de un yonqui en el bajo mundo de Nueva York, donde los protagonistas personifican a si mismos, sólo algunas escenas fueron recreadas, este film se titulo Gringo; Como caso curioso se edito en México en formato VHS, distribuido por Troma films, bajo el nombre de Historia de un drogadicto, en verdad una pieza muy interesante y sólida.
A finales de los años ochenta encontramos una cinta dirigida por Gus Van Sant, quien a lo largo de su trayectoria ha permitido observar muy de carca la vida de la juventud. En Dugstore Cowboy (1989), nos lleva a conocer la vida de tres jóvenes inmersos en la adicción y que para obtener dichas sustancias se dedican a robar farmacias y hospitales. Como caso curioso, aparece el mismísimo William Burrougs, personificando a un sacerdote. Sin duda estas dos cintas de esa octava década son ejemplo de los mejores tratamientos y narrativas del cine de de las adicciones.
A partir de los años noventa encontraremos un interés más abierto de cineastas y guionistas al tema de las drogas, con entregas muy interesantes e importantes para el cine de este género. En 1991 se realizaron dos obras maestras; Naked Lunch de David Cornenberg, adaptando el libro de William Burrougs, representando de forma genial sus alucinaciones, de igual manera lo hizo de nuevo Gu Vant Sant con su cinta My Own Private Idaho, donde retrata la vida de los vagabundos y sus adicciones de manera elocuente y exacta.
A mediados de la misma década llegó a nuestro país Trainspotting de Danny Boyle, una entrega que hoy en día es una referencia al cine de drogas, retrato la vida de un grupo de jóvenes inmersos en la adicción, con un Soundtrack muy bueno, otros films que merecen mencionarse es Kids de Larry Clark, artista conocido con anterioridad por su trabajo como fotógrafo, en esta cinta muestra de forma natural la vida de los jóvenes que van de la pubertad a la adolescencia, marcando sus lugares de encuentro, sus relaciones humanas con amigos y encuentros al azar, su vida sexual, y su encuentros con las sustancias prohibidas y Acid House de Paul Mcguigan, película basada en varias historias del mismo escritor de Trainspotting, Irvin Wellhs.
Un caso curioso e interesante de finales de esa novena década es sin duda La Vendedora de Rosas, de 1998, de Víctor Gaviria, obra de origen colombiano, que muestra a los adictos de la calle, no como en otros casos, que son chavos de vida normal que se drogan, estudiantes de secundaría y prepa. Esta cinta es una mirada despiadada y certera a la vida de los niños y adolecentes que carecen de hogar. En México De la Calle, presentó una historia muy cercana a lo que hizo Gaviria. Del mismo año encontramos una cinta que seguramente no tuvo tantos comentarios, me refiero a Broken Vessels de Scott Ziehl del mismo año, esta es una mirada a unos adictos paramédicos, rodeados de un contexto violento e inmersos en una adicción cada vez más profunda e incontrolable, de verdad muy recomendable.
En la nueva centuria el trabajo de un joven cineasta con excelente perspectiva, me refiero a Daren Aronofsky quien con Requiem For A Dream sacudió al mundo, dejando ver la vida de los yonquis en extremo como lo hiciera su predecesora Christiane F, acompañado de un magnífico Soundtrack de Cronos Quarter. Así mismo en 2002 y 2003 encontramos Spun de Jonas Akerlund y Groove de Greg Harrison respectivamente, esta última una buena mirada a la cultura Dj a lo largo de una noche de mucha música y drogas de todo tipo.
Seguramente omití varios títulos que se conocen al mismo respecto, los deje fuera porque no son cintas que retratan de forma total la vida del adicto y su contexto, hay muchos trabajos donde las drogan aparecen, pero no son el tema central de la historia.
Quiero cerrar este texto refiriéndome a la cinta Party Monster de Fenton Bailey y Randy Barbato de 2003, una curiosidad donde actuó Macaulay Culkiny donde la música, los diseños de ropa extravagantes y mucha droga, son el punto de reunión, para un grupo de jóvenes que si existieron, ya que esta cinta esta basada en la historia del llamado Club Kid y la serie de crímenes y asesinatos que ahí ocurrieron, una cinta indispensable si están interesados en el Drug Cinema.

Gracias Salvador y estamos en espera de mas colaboraciones y aver si nos mandas algo de anime tambien.

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