Por Salvador Cañas
Seguramente la mayoría de nosotros somos adultos, aunque sea por la edad y no por la responsabilidad de nuestros actos. Inicio el dialogo de esta manera en reacción a una añoranza por la infancia en su amplia concepción y porque soy un afortunado padre.
La presencia de la figura infantil en el séptimo arte ha sido amplia, no tan solo como temática sino también ha sido abordada metafóricamente, al igual que representada en forma fantasmal, a manera biográfica donde el protagonista habla de su infancia y en una infinidad de posibilidades donde los niños son la parte fundamental de las historias.
La incursión de la niñez en el cine se ha desenvuelto con gran amplitud en la comedia, la aventura y la acción, casos en los que fundamentalmente el tema es explotado en su sentido divertido, planteado principalmente para el público familiar, sin embargo, también podemos mirar su desarrollo en otros géneros como el documental, el drama, la ciencia ficción, el fantástico, el suspenso y el terror, donde nos enfrentamos a otras formas del entendimiento hacia la infancia.
La comunidad de infantes en el globo terráqueo no debería de estar sujeta al maltrato físico, psicológico y sexual, no debería de experimentar la situación de calle, el abandono, la adicción, la prostitución y la explotación, entre otros lamentables abusos perpetrados por los adultos, hechos que también han sido llevados al cine en más de una ocasión, permitiendo un despliegue de nombramientos en contra de estos terribles sucesos.
Es imposible abarcar una visión totalitaria del cine y los niños o los niños en el cine, pero lo que si podemos hacer es nombrar algunas cintas que nos han recordado lo mágico y divertido que era el ser niño, en otros casos nos hemos reconocido en la soledad, en la tristeza o en la aventura, la sorpresa, la inocencia y la maldad también.
En el anime, tanto en las series como en los filmes, los pequeños se han apoderado de nuestra atención; desde las aventuras de Tom Sayer hasta el drama de Remy y Bell & Sebastián en la parte masculina, por la parte femenina la ilusión del príncipe azul de Candy Candy hasta la niña mujer que alcanza sus metas en Sandy Bell o la visión educativa de la Familia Robinson solo por mencionar algunas obras de culto de ayer, hoy y mañana.
En este amplio bagaje del cine animado el caso particular de Hayao Miyasaki, demuestra un interés enmarcado en las historias mágicas y terrenales a la vez, repletas de aventuras y pruebas que deben ser superadas por lo chiquitines. En esta oportunidad hablare de La Tumba de Luciérnagas una de sus obras dramáticas, donde los dos niños protagonistas al quedarse sin padres, intentan sobrevivir a la devastadora situación, sin embrago, al no tener dinero, sin alimento y sin amor; el desfallecimiento, la depresión y la enfermedad los lleva a la muerte.
Por otro lado los niños también han encarnado a personajes malignos ya sea a través de una posesión, una reencarnación, mediante fantasmas en busca de venganza y justicia o llevando su inocencia e imaginación a puntos delirantes. Mediante estos lineamientos se han desarrollado infinidad de obras fílmicas como La Profecía, Los Niños del Maíz, Los Otros, El Orfanato, La Habitación del Niño, entre otras, sin embargo solo tomare a un tercio como muestras significativas. A partir de este despliegue de posibilidades, la personalidad del niño se ha convertido en enigmática como ocurre en los dos casos llevados a la pantalla por el mexicano Carlos Enrique Taboada en El Libro de Piedra, donde el fantasma del niño de la estatua, espera en calma el momento de ser relevado de la maldición que es presa y aunque hace amistad con los niños que llegan a habitar la casa donde el permanece inerte y de piedra, es traicionado por su rencor y comete travesuras malignas. En segundo termino, Veneno para las Hadas, donde una niña con malicia y mucha imaginación, abusa de la inocencia de otra, sin embargo, esta al ya no resistir los abusos de su amiga decide tomar venganza y quemarla viva en le granero donde tiernamente realizan una invocación. Como tercer caso fundamental, donde el niño transforma sus cualidades de ternura por otras que subrayan su dolor por haber sido asesinado por su padre, es el de Toshio en la saga Ju-on The Grudge de Takashi Shimizu, personaje infantil que ha marcado significativamente la figura del fantasma y de los niños como personajes en el cine. Su delgada silueta, su mirada en busca de atención y sus sonidos felinos en reclamo por la justicia terrenal, han hecho de su personaje uno de los más emblemáticos para el género de horror actual.
Otro de los aspectos que han sido puntualizados sobre los niños en el séptimo arte, se refiere al momento de identificación de su personalidad, de sus sentimientos y sexualidad. Mi Vida en Rosa de Alain Berliner, es la mirada que muestra la lucha familiar y social a la que el niño se enfrenta al darse cuenta de que el quiere ser mujer y no varón. Por otra parte Leolo de Jean Claude Lauzon es una constante búsqueda por entender la existencia de un niño solitario que enfrenta sus sentimientos y profundos cuestionamientos sobre la vida que afronta y experimenta a través de cambios cotidianos.
En el terreno de lo fantástico, ha sido extenso el desarrollo de los niños trasladados a situaciones de heroísmo, de esperanza y de responsabilidad, mediante historias que nos transportan a través de sus sueños y fantasías, situaciones que los adultos hemos olvidado, posibilidades que con la edad irremediablemente perdemos.
Alicia en el País de las Maravillas de, Clyde Geronimi, Wilfred Jackson y Hamilton Luske, sin duda una de las obras fundamentales donde los sueños de una niña nos llevan a situaciones inesperadas, absurdas y divertidas. En esta gama de ejercicios fílmicos donde lo fantástico es fundamental para que la realidad exista, encontramos a La Historia Sin Fin de Wolfgang Petersen y La Gran Guerra Yo-Kai de Takeshi Miike, en ambos casos los niños quienes aun viven con ilusiones, imaginación y esperanza; son los únicos capacitados para luchar en contra de los seres de la desesperanza.
La Ciudad de los Niños Perdidos de Jean Pierre Jeunet y Marc Caro es una obra enmarcada entre lo fantástico y la ciencia ficción, que nos cuenta la historia de una ciudad obscura donde los niños quienes le daban vida y colorido, comienzan a ser raptados por un anciano que construyo una máquina que es capaz de robar los sueños de los pequeños. En este caso se le otorga un valor preponderante a los sueños de los niños, una posibilidad que los adultos en la mayoría los casos hemos olvidado, ya sea cuando dormimos y sobre todo cuando estamos despiertos.
El Corazón es Mentiroso de Asia Argento es la historia de un niño a quien la vida le ha marcado seguir por los terrenos más desafortunados; indiferencia de su madre, violencia psicológica y física y otros aspectos que nos llevan a reflexionar sobre la responsabilidad de los adultos en ofrecer y lograr un mundo fantástico y no devastador para ellos.
Tideland de Terry Gilliam, también nos enfrenta a una historia sórdida, donde una niña pierde a sus dos padres de manera trágica. A pesar de este terrible contexto de soledad, ella encuentra en su imaginación una existencia con aventuras aunque rodeada de seres extraños.
¿Quien Puede Matar a un Niño? de Narciso Ibáñez Serrador, es una cinta que nos enfrenta a un reto acerca de una rebelión de los niños sobre los adultos, sin duda, esta película es una llamada de atención sobre las situaciones de flagelación psicológica y física que ejercemos sobre los infantes, una interesante mirada llevada al celuloide que nos subraya lo importante que significa para los niños el ser tratados con justicia y respeto en un marco de amor.